Drazen Petrovic, Klara Szalantzy y Hilal Edebal. El primero murió. La segunda no tardó en seguir con su vida. Pero la tercera…
No era americana, como se informó, sino turca. No tenía 53 años, sino 23. Y se olvidaron de ella desde el mismo momento en que aquel Golf se estrelló contra aquel camión. Adiós a sus estudios en Niagara University y a su carrera baloncestística, que la había llevado a la selección nacional turca. Se rompió la cadera y un brazo. Sufrió daño cerebral. Ocho semanas en coma y después la nada. Sus recuerdos del 7 de junio de 1993 son casi inexistentes.
Los médicos le dijeron que con el paso de los años su cerebro volvería a ser el mismo, pero no fue así. Su memoria aún conserva enormes agujeros, y su incapacidad para mantener una vida estable la ha mortificado durante las dos últimas décadas. Es incapaz de mantener un trabajo debido a las secuelas del accidente. “Consigo trabajos, pero luego me despiden porque no puedo recordar conversaciones telefónicas o con quién estaba hablando cuál se supone que era el mensaje”.
Así relataba hace dos años un intento de suicidio el año siguiente al accidente: “No iba a saltar para suicidarme. Solo quería despertar porque estaba soñando. Pensé que si saltaba podía dejar de soñar”.
Edebal y Szalantzy, por aquel entonces novia de Petrovic, eran amigas. Por eso accedió a acompañarla a recoger al jugador croata al aeropuerto de Frankfurt. Tras el accidente, Szalantzy la visitó en el hospital. E incluso más tarde se vieron en Múnich. “Ella no tenía intención de matarlo, pero conducía demasiado rápido. Y me arruinó la vida”, explica Edebal.
“Estoy enfadada porque es muy injusto. Es tan injusto. Yo no conducía y tengo que sufrir todo esto. Yo jugaba en la selección nacional. Estaba ganando mucho dinero”.“Es una lástima. Éramos muy, muy jóvenes. Todo podría haber sido diferente”.“Es tan injusto. Todo era perfecto antes del accidente”.
Fuente: Crash that killed Drazen Petrovic 18 years ago crushed the dreams of one broken passenger (New York Daily News, 27/08/2011), en el que el periodista Stefan Bondy rescató la historia de la jugadora turca.
